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La Hora Santa, el Grupo de Oración y Te Deum Laudamus? Peculiaridades Paratáxicas (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Esta trascendencia social asimismo permite a los seres
humanos aplicar y seguir los códigos de conducta
asociados con la religión y la
fe.

Ummah

Porque, como asevera Bloch: "Lo que la trascendencia
social requiere es la habilidad de vivir en gran parte dentro de
la imaginación."

De este modo se puede vivir como miembro de un conjunto
trascendental, o de una nación,
aun sin que uno nunca entre en contacto con todos sus miembros.
Además de esto, es el hecho esencial de que esos grupos,
cualquiera que fuera su composición, pueden incluir tanto
a los seres vivos como a los muertos.

Todas las religiones
modernas consistentemente adoptan en su esencia la creencia en la
existencia de entidades vinculando los vivos con los muertos.
Como es con la idea cristiana de ser uno con el cuerpo de Cristo,
o la noción islámica del "Ummah" que une a
todos los musulmanes.

Animales inferiores, para quienes piensan como Bloch, no
son más que seres destinados a permanecer suspendidos en
el tiempo
presente.

No otro animal, ni aún nuestros relativos
más cercanos, los chimpancés, puede hacer los
vuelos de imaginación que hacemos nosotros. En vez, ellos
están supeditados a las maquinaciones e intrigas de la
vida cotidiana, para lograr adquirir ventajas sobre sus
contemporáneos por estado social
y recursos de
supervivencia.

No imaginan la muerte, no
imaginan un futuro, no conciben la idea de un Dios.

La razón por la que los otros animales no
pueden usar su imaginación más allá de la
situación actual, para así proyectarse en el
presente y el pasado, es porque carecen de esta función
mental en la manera en que nosotros la poseemos.

Misa

Para Bloch, en sus teorías, nuestros antepasados desarrollaron
la arquitectura
neural que les permite lograr el uso de la imaginación,
hace unos 40-50,000 años; durante el período
designado como La Revolución
Paleolítica Superior, que marca la
subdivisión final de la Edad de Piedra.

Alrededor de ese período, herramientas
que de antes habían sido simplemente primitivas, desde que
las primeras aparecieran unos 100,000 antes, repentinamente
estallaron en sofisticación, el arte
pictórico comenzaría a aparecer en las cuevas, los
enterramientos comenzaron a incluir artefactos, sugiriendo la
creencia en el más allá, y, por extensión,
la manifestación de la trascendencia social de que ya
habláramos.

Una vez que los seres humanos cruzaran esa frontera, no
quedaría recurso para echar para atrás.
(Véanse mis artículos acerca de la Explosión
Cultural).

Es concebible que la red trascendental,
así constituida, podría incluir, sin dificultades,
los muertos que nos precedieran como antepasados, los dioses que
creáramos en nuestras mentes y aun otros miembros de
nuestros grupos o de nuestro entorno reconocido o
familiar.

Los antepasados y los dioses son compatibles con estas
creencias, ya que todos, eventualmente permanecen invisibles,
físicamente, mientras que viven en la imaginación y
en nuestros sueños.

Para quienes piensan como Bloch no es algo muy especial
este atributo del cual gozamos. Ya que la religión para
ellos es un aspecto aislado de nuestra capacidad única de
formar nexos emocionales con seres inexistentes, sistemas de
valores
abstractos, o seres muy remotos a nosotros.

Entonces, puede decirse que los fenómenos
mentales de índole religiosa son parte intrínseca
de adaptaciones únicas a nuestra condición de
humanos modernos. Y que esta nueva capacidad asimismo nos permite
imaginar la existencia de otros mundos, lo que cimenta la
fundación de nuestra sociabilidad
característica.

De esta simple manera, para algunos se explica,
aparentemente, el fenómeno de nuestras creencias y
convicciones religiosas, para quienes las poseen, ya que ser
agnóstico es lo que está hoy en boga.

Más soporte para Bloch

Para otro pensador de orientación similar a la de
Bloch, Chris Fritz, de University College en Londres, las
ideas de este último son compatibles en sus bases,
añadiéndoles el concepto de la
teoría
de mente (ya descrita por nosotros en otras ponencias) que
consiste en este caso, en la habilidad de reconocer que otras
criaturas existen, aparte de nosotros, y que éstas piensan
por sí mismas. Aunque podamos diferir en cómo
compartir la empatía emocional.

Lo que se condensa de esta manera, de acuerdo a Fritz:
"… una vez que se adquiere la teoría de mente, se
goza de la habilidad de ser engañado por otros o de
poder
decepcionar a los demás."

Esta facultad fundamenta la estructura
necesaria para poder adquirir un sentido de justicia e
injusticia, lo que conlleva al desarrollo de
códigos morales y a la posibilidad de la presencia virtual
de un supervisor invisible responsable de la aplicación de
las leyes
cósmicas — como sería consistente con la
existencia de un Dios — cualquier Dios.

Un Dios que puede verlo todo y castigar a todos quienes
se aparten del camino del bien por Él trazado.

Las
contemplaciones

Las contemplaciones pueden servir como el término
que representa todas las actividades religiosas que antes
describiéramos. Éstas son dinamismos de importancia
primordial en las vidas de nuestros coterráneos presentes,
pasados y, puede esperarse que siempre los serán, en
alguna forma, en el futuro.

El poder de la fe en el logro de la homeostasis
emocional

Cuando se vive una dictadura o
cuando se vive bajo cualquier régimen o tipo de control opresivo
y arbitrario, de acuerdo a lo establecido por la
investigación, el incremento de los glucocorticoides
sanguíneos afecta la disponibilidad circulante de las
hormonas del
"estrés"
permitiendo que fenómenos de índole
psicosomáticos se expresen en una variedad de
guisas.

He aquí donde nuestra fe y creencias nos asisten
para adaptarnos y para lograr la supervivencia equilibrada y sin
estreses prolijos.

Así sería como tantos seres humanos, por
toda nuestra historia, por medio de su fe
y actividades religiosas, mantuvieron un orden dentro de la vida
emocional durante la tiranía trujillista o de cualquier
otra estirpe.

Ahora, entraremos en otra área de
interés

La Neurociencia
de la religión

Por ahora, habiendo discutido en otras lecciones nuestra
evolución de seres recogedores/cazadores
avanzaríamos en este proceso a
medida que fuéramos forzados por las exigencias de nuestro
destino a hacer adaptaciones que nos permitirían existir
por medio del uso de nuestra inteligencia
súper-desarrollada. Dentro de todas las adaptaciones que
lográramos edificaríamos sistemas que creemos que
estaban establecidos en nuestras mentes, aunque latentes, se
destaca primordialmente la religión.

La meditación, los enteógenos
(entheogens) y el misticismo

La mente humana es un sistema modular
donde existen predisposiciones instintivas que evolucionaron en
conjunto con factores del entorno, respondiendo a dispositivos
instintivos que fueron hereditarios y natos. De acuerdo a estas
nociones; nosotros nacimos con cerebros que detectan gradaciones
minutas en la constitución de nuestros medios
ambientes, las que requieren que nos sean explicadas vía
el entendimiento, para evitar la ansiedad de lo
ambiguo.

La religión nos asiste en esta tarea por medio de
las inferencias, como sistemas mentales, la detección de
matices de significados oscuros, el establecimiento de
categorías ontológicas, la aplicación de
intuiciones
físicas (véanse mis ponencias al respecto), la
sagacidad psicológica, la autosugestión contagiosa
y las memorias
distorsionadas que, operando en conjunto, nos hacen susceptibles
a adoptar las creencias y actitudes de
seres en posición de autoridad
que forman las bases de las creencias fundamentales que nos
guían.

Gracias a la neurociencias hoy nos dedicamos a la
exploración formal y científica de las actividades
cerebrales que hacen posible el pensamiento de
los monjes budistas, de las monjas católicas, los
pentecostales "hablando en lenguas" y
muchas otras actividades religiosas.

Mirando dentro del
cerebro

Ahora bien, un examen somero de la substancia y
función del cerebro no nos
permite localizar el lugar donde nuestras creencias y afectos
residen, aunque ya entendemos mucho acerca de las funciones de un
órgano cuyo estado de ícono del siglo XXI ha sido
tal, que aún los seres más mediocres pretenden ser
doctos en su entendimiento. (Véanse mis artículos
al respecto, especialmente La Teología de la
Relatividad
en monografías.com y en
psikis.cl).

Como ya sabemos, muchos de nuestros conocimientos
actuales acerca de la función del cerebro, derivan del
estudio de víctimas de traumas cerebrales. (Véanse
mis artículos al respecto en los portales
mencionados).

De manera curiosa, nuestras memorias, no están
localizadas en un punto exclusivo en el encéfalo, sino que
están dispersas dentro de una red de conexiones que
existen para asegurar su supervivencia en caso de que
algún trauma interfiera y las deshabilite.

En otras ponencias hemos descrito la enorme complejidad
de nuestro cerebro, como órgano que pesando apenas tres
libras posee más neuronas en sí que existen
estrellas en el universo
observable.

En otros artículos hemos descrito en detalle las
dimensiones pasmosas que aunadas componen ese sistema
anatómico al cual debemos nuestra condición
excepcional en la Naturaleza.

Es causa de gran asombro el pensamiento de que el
mecanismo más prodigioso que conocemos reside entre
nuestros oídos.

Existe lo que se conoce como el Vacío Explicativo
que decide que no existen métodos
científicos establecidos para lograr definir la
experiencia humana en términos mecánicos, como es
el caso de la consciencia o de la qualia. Las dos
últimas, ambas descritas, en otras de mis
ponencias.

Hasta ahora, nuestras ciencias y
nuestros científicos han logrado muy poco en sus esfuerzos
a elucidar las actividades íntimas del cerebro y para
establecer las localizaciones anatómicas de sus
actividades.

Lo poco que hoy sabemos deriva de inferencias colegidas
por medios indirectos y, muy a menudo, crudos e
imprecisos.

Alucinaciones

Una de las razones que motivaran esta lección, es
el hecho de que la investigación neurocientífica da
comienzo a muchas cuestiones de índole filosóficas
que involucran la religión, sus aspectos y su alcance,
entre otras cosas.

El Vacío
Explicativo

Si admitimos, como casi todos hacemos, que existen
substratos anatómicos y fisiológicos que subyacen
todas nuestras experiencias psíquicas. Si concebimos que
un sueño es una actividad que es "real" en el momento en
que se percibe, o que una "revelación" mística
puede ocurrir a un ser esencialmente atinado, o bajo la
influencia de una droga
(experiencia enteógena); entonces debemos conceder
que lo religioso es tan cierto como lo es la vivencia
alucinada.

Que hasta el día en que podamos definir esencial
y satisfactoriamente lo que es la consciencia; que no podemos,
entonces, reducir la idea de la existencia divina a un truco de
nuestra imaginación, derivado de nuestros temores
existenciales y relegar la religión a un método de
control que (aunque así sea en algunos casos) los que la
proponen, utilizan para aprovecharse de nuestras
flaquezas.

Antes de que nos relacionáramos con las
neurociencias, siempre existieron sistemas místicos,
psicológicos y filosóficos que intentaban
proveernos con respuestas a nuestras urgentes
cuestiones.

Entonces, nos llegó el psicoanálisis, como legado de Freud y de otros,
y con ello trataríamos de explicarlo todo, aun aquello que
el psicoanálisis no fuera capaz, por su misma esencia,
resolver.

Hoy, nuestros neurocientíficos aficionados y
eruditos de butaca, dotados de conocimientos tan exiguos como sus
mentalidades, pretenden resolver todo lo que nos confronta por
medio de disquisiciones, tan solipsistas como erróneas,
por ellos concebidas — pero, basadas en la distorsión de
una neurociencia erróneamente aplicada.

La ciencia y la
religión

La ciencia en sí, y por sí misma carece de
los instrumentos necesarios y precisos para resolver el
rompecabezas que en esta ponencia se confronta.

De acuerdo a los pensadores e investigadores más
prestigiosos en este campo de la interface entre la
religión y la ciencia. En
lugar de adoptar el dogma de que "Dios ha Muerto" (porque
así yo lo digo) o que "Dios Existe" (porque
así es como yo lo creo). Admitir el hecho de que
hoy tenemos la metodología racional y razonable para
aplicarla a este dilema tan humano como pertinaz.

Tenemos algunos métodos para analizar el
problema:

  1. Estudios de enfermedades y traumas que
    afectan nuestra mente
  2. Estudios quirúrgicos
  3. Los estudios de las imágenes
    magnéticas
  4. Los resultados del análisis de los efectos de agentes
    psicotrópicos
  5. Estudios del desarrollo humano

Prosigamos pues

1. Muchos estudios soportan el hecho de que la fe y la
felicidad derivada de la esperanza en un Dios benigno y
misericordioso nos asiste a todos a confrontar las vicisitudes y
las tribulaciones de nuestras vidas. Muchos de mis trabajos hacen
hincapié detallado en este asunto, incluyendo
síndromes neurológicos que suministran soporte a
estos hallazgos.

2. Estudios quirúrgicos. Muchos tratados de
neurociencia cubren los resultados obtenidos por los
investigadores Wilder Penfield y Robert Heath cuya
estimulación eléctrica del cerebro de algunos
pacientes resultaron en la evocación de sensaciones de
tonos místicos.

3. Estudios de imágenes y de resonancia
magnética. Éstos nos permiten visualizar las
respuestas y actividades cerebrales por medio de métodos
que no son invasivos. Aún en su infancia, ya
poseemos la evidencia de que actividades místicas evocan
respuestas específicas en áreas determinadas en el
cerebro.

4. El análisis de los efectos de substancias que
alteran la función mental es tan viejo como vieja es la
propensión humana a la experimentación. Pero, desde
que el suizo Albert Hofmann (muerto el 30 de abril, 2008 a la
edad de 102 años) sintetizara la droga LSD y diera
nacimiento al entendimiento psicofarmacológico de ciertas
experiencias místicas de la que tanto "disfrutan", nos
hemos convencido de que la actividad cerebral posee enlaces para
que de modo químicamente inducido alterar la consciencia.
De estos experimentos
hemos derivado conocimientos esenciales acerca de la actividad de
los neurotransmisores principales que actúan en nuestro
cerebro.

5. El desarrollo cerebral. Una nueva disciplina de
la que hemos hablado y en la que la investigadora de Harvard,
Elizabeth Spelke se ha distinguido. Por medio de sus
observaciones y experimentos hemos adquirido conocimientos
directos del desarrollo de las funciones básicas del ser
humano a medida que éstas emergen en el niño.
Incluyendo la confianza y la fe básica.

Por supuesto que los estudios del desarrollo son muy
importantes porque éstos se conducen dentro del proceso
mismo de la mielinización neural.

Sin embargo, en la vida, no todo es tan simple como
quisiéramos…

La interface entre la religión y la ciencia es un
asunto muy complejo para las ciencias neurocognitivas, ya que
incluyen ceremonia ritualistas, grupos
sociales, y una variedad de otros factores deterministas que
no se prestan a la replicación en un entorno experimental
de laboratorio.

Para complicar el asunto, no todas las experiencias
religiosas son ni comparables, ni idénticas. Los que las
hace elusivas desde el punto de vista de la neurociencias, ya que
si se examinan las contestaciones en la imaginería
magnética de un monje tibetano, un maorí y un ateo,
las respuestas obtenidas serían diferentes.

La taxonomía
de los estados mentales de los individuos bajo estudio es
esencial. No se responde de manera consistente cuando se
está eufórico o cuando uno se siente
deprimido.

Pero, algo permanece como fenómeno de interés
especial, y ello es, la meditación.

Durante la meditación se activa el sistema
límbico, situado en la zona central del cerebro y del
bulbo raquídeo (un antiguo legado del proceso evolutivo).
En estos lugares se forman nuestras respuestas agresivas y
emocionales y se dirige el SN vegetativo.

En la zona de la circunvolución cingular, se
encuentra una región que juega un importante papel en los
procesos
cognitivos y emocionales, como en los cambios de estado de
ánimo. Por ello esta zona la corteza cingular anterior
presenta en el escáner
una singular actividad durante los estados de meditación.
Algunos lo han interpretado como una zona de vigilancia, una
señal de la "apertura del "tercer ojo".

Cuando se escucha en arrobo y éxtasis la
grandiosa composición de Handel Messiah, siempre me
pregunto, que pasaría por la mente de este compositor
lírico cuando se inspirara a escribir las partituras de
esta obra magistral.

¿Escucharía la música en su mente
como tantos hacen cuando sufren de ciertas alucinaciones o ictus
epilépticos? ¿O sería una
manifestación paulatina y organizada de algo que, poco
entendemos y que llamamos inspiración y genio?

Y, cuando hablamos de la religión, como hablan
los ateos de trinchera. Quienes han encontrado un mercado para
vender sus "ideas" en un ataque a un ser improbable que otros
llaman "Dios".

Entonces, ¿de qué hablamos?

¿Hablamos de algo superfluo e insignificante, o
nos referimos a cierto atributo único a nuestra
humanidad?

Para mí de lo que hablamos, para muchos a quienes
he conocido en el campo de la ciencia, es el comercio.

Lo que se vende, vale. Y si ser religiosos en el pasado
se vendía bien, valía la pena. Hoy lo que se vende,
es el agnosticismo, como ciencia.

Mañana, quizás Robert Spitzer y la
pandilla de DSM-ETC nos dirán.

Mientras tanto la psiquiatría humanista y
científica sobrevivirá como, inevitablemente, han
sobrevivido todos nuestros sistemas basados en la noción
de la razón pura.

Descartes nos dejó este legado, cuando escribiera
el famoso Discurso del Método:

"Dans ces questions je fais une déclaration
ici que je comprends bien ne peut pas me rendre important dans le
monde, mais aussi je n'ai aucun désir d'être
important. Je me tiendrai toujours plus obligé à
ceux par le service de qui j'apprécie mon loisir non
encombré qu'à ceux qui pourraient m'offrir les
positions les plus prestigieuses sur la terre. "

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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